El significado de la carta de Receptividad en el tarot Osho Zen representa lo femenino, por la cualidad receptiva del agua y de las emociones. Los brazos de la figura que se muestra en esta carta se extienden hacia arriba para recibir, mientras ella está completamente sumergida en el agua.
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Se trata de una figura que no tiene cabeza, por lo que no tiene una mente ocupada y agresiva que sirva para ocultar su receptividad pura. De esta manera, mientras se va llenando, también se está vaciando continuamente, desbordándose y recibiendo más.
El modelo o matriz de loto de la que ella emerge se encarga de representar la armonía perfecta del universo, la cual se convierte en algo evidente cuando nos sintonizamos con este. La carta de la Reina del Agua nos trae un tiempo de desapego y gratitud por lo que la vida nos brinda, sin tener expectativas ni demandas.
No importa cuál sea el deber ni el pensamiento de mérito de recompensa, porque aquí no hay lugar para eso. Las cualidades que brillan en este momento son la sensibilidad, la intuición y la compasión, logrando disolver todos y cada uno de los obstáculos que nos mantienen constantemente separados a unos de otros y del todo.
Las enseñanzas de Osho sobre la carta de Receptividad
El saber escuchar es uno de los secretos básicos para poder entrar en el templo de dios, puesto que escuchar significa pasividad y olvidarte de ti completamente. Únicamente cuando haces esto es que puedes escuchar.
Cuando te dispones a escuchar a alguien con atención, te olvidas de ti mismo. Si no puedes conseguir olvidarte de ti mismo, entonces nunca escucharás. Al ser excesivamente autoconsciente, solo estás aparentando estar escuchando, pero no lo haces en realidad. Puede que asientas con la cabeza, o puede que en ocasiones respondas afirmativa o negativamente, pero no estás escuchando.
Y es que, cuando escuchas, te conviertes en algo pasivo y receptivo, en una matriz o en un canal. Te conviertes en algo inherentemente femenino. Para poder llegar, uno tiene que volverse femenino.
No debes llegar a Dios siendo un invasor agresivo o un conquistador, sino que la única manera de llegar a él, o de que él llegue a ti, es siendo receptivo. Cuando te conviertes en el yin, la puerta se abre, y esperas. Escuchar no es más que el arte de volverse pasivo.
La receptividad es el flujo de energía cósmica y luz cósmica. La receptividad es la capacidad de absorber y retener los dones divinos que el Supremo derrama sobre ti durante tu meditación. Si quieres ser receptivo, cuando te sientes a meditar, intenta conscientemente traer luz a tu ser. Una vez que haya traído la luz al interior, diríjala al lugar correcto, el corazón espiritual. Luego trata de crecer hacia esa luz.
Si sientes que tienes un poco de receptividad, llora por más. No te conformes con la receptividad que tienes. Hoy, si es una piscina pequeña, conviértala en un estanque, luego en un lago y finalmente en un vasto océano. La receptividad se puede expandir de forma gradual e infinita. Pero sin receptividad no podrás lograr nada en tu vida espiritual, incluso con incontables horas de meditación.
Una forma de aumentar su receptividad es ser como un niño. Si la madre le dice al niño: «Esto es bueno», el niño no tiene tendencia a pensar que es malo. No importa qué tan avanzado esté en la vida espiritual, puede hacer el progreso más rápido si tiene una actitud infantil, un sentimiento infantil sincero y genuino.
Cuando ofreces gratitud a Dios, inmediatamente tu vaso interior se agranda. Entonces Dios podrá derramar más de Sus bendiciones en ti o entrar más plenamente en ti con Su propia Existencia divina. Dios es infinito, pero sólo según nuestra receptividad puede entrar en nosotros. Dios es como la luz del sol. Si dejo las cortinas abiertas, entrará la luz del sol. Si dejo todas las cortinas cerradas, no puede entrar. Mientras más cortinas abrimos, más Dios entra en nosotros con luz infinita. Cuando ofrecemos gratitud, inmediatamente la luz de Dios se derrama en nuestro ser.
La gratitud significa el ofrecimiento de uno mismo al yo más elevado. Tu gratitud no va a ir a nadie más; va a su propio yo superior. La gratitud te ayuda a identificar y sentir tu unidad con tu propia realidad más elevada.